Reflexiones de una joven Maga: La ley Sinde y libertad

En la actualidad nos encontramos en una sociedad democrática, de valores, donde prima la libertad del individuo, los derechos, el respeto... donde el bienestar social es algo esencial y donde hablamos de términos tales como libertad de expresión, de pensamiento, dejando atrás conceptos arcaicos como la censura o la represión entre otros. Pero parece que en algunas ocasiones, todas estas conquistas sociales, que se desarrollaron a lo largo de siglos, y que acarrearon todo tipo de desgracias han sido olvidadas. Es muy bonito hablar de Mayo del 68, de revolución, de marchas y manifestaciones, reproducir el emblema del Che Guevara en todo tipo de soportes, mencionar todo tipo de sacrificio humano, estudiar las luchas del proletariado, observar fotos de la matanza en la plaza de Tiananmen o de Vietnam, dejándolas en un pasado del todo lejano, como algo que no nos incumbe, mientras nos acomodamos en nuestras vidas capitalistas y de bienestar, delante de un televisor en el que pasar nuestras horas muertas.

¿Dónde han quedado esos ideales de lucha y reivindicación?. ¿Es acaso la llegada de la democracia el fín de toda “evolución”?, ¿Es que acaso hemo alcanzado, como bien dicen algunos historiadores, el fín de las ideologías, o en otras palabras, el fin de la historia?. Tanto luchar en las aulas por transmitir todo tipo de sentido crítico entre nuestros jóvenes y parece que la realidad funcione al revés. Cuanto más se fomentan estos valores, menos son llevados a la práctica. Los jóvenes parecen situarse al marjen de la sociedad, preocupados únicamente por cuestiones del todo tribiales y consumistas, por la diversión y el afán de acumular todo tipo de objetos, dando igual el funcionamiento de las sociedades, sin preocuparse por esa vuelta cara al tradicionalismo que están experimentando las sociedades más “avanzadas”. Estamos entrando en una nueva dinámica, donde se fomentan todo tipo de avances sociales, pero basados en instrumentos represivos, disfrazados de “justicia” o incluso de “evolución”, olvidando que no siempre la evolución significa progreso.

Es por ello que parece inconcebible que ante propuestas tan represivas, dictadas por un partido concebido como social (como su propio nombre indica) no nos levantemos. En un mundo donde las manifestaciones no solo es que se produzcan, es que son lógicas, donde se habla de una “libertad de expresión” (aunque falsa, pues no todos los razonamientos son aceptados) y se busca un auténtico avance social, se estén dando toda una serie de medidas no solo calificadas de impopulares, si no que van contra los derechos en los que se basa nuestra actual sociedad. Pero está claro, la lógica política, el afán por conseguir votos, tiene mayor peso que todo lo demás, incluidos nuestros principios, pisoteados claramente por estos pseudopolíticos.

Entrando en cuestiones más específicas, es inconcebible que este nuestro gobierno, el cual nos representa a todos, busque frenar el avance tecnológico (que tan bien está haciendo en esta sociedad) por cuestiones puramente económicas. Se nos habla de la propiedad intelectual, sin darse cuenta que muchos de esos que se hacen llamar artistas, teóricamente basan su trabajo en el aumento de la riqueza cultural que nos rodea, en expresar sus ideas para que sean oidas por todos. Por supuesto, en una sociedad mercantilista, parece que esto solo se haga por dinero, sin importar la cultura social, que las personas aprendan día a día, pues la enseñanza no solo se adscribe al momento escolar, nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Se dice que la gente cada vez lee menos, pero los libros cada vez son más caros, innaccesibles en muchos casos para determinadas personas. Se habla de proteger una propiedad intelectual, por la que estamos pagando a través de cánones, incluso muchas veces en tres y cuatro ocasiones sobre un único producto. Y por supuesto las medidas tomadas se basan en algo conocido por nosotros a lo largo de la historia, la “represión”. No dejamos de ser como esos bárbaros que criticamos. Se piensan que el cierre de todo tipo de webs, por supuesto siguiendo un criterio del todo subjetivo, solucionará el problema, pero no creo que ello haga que aumenten las ventas de esos productos que fomentan (esta es la base del problema, y no algo intelectual como nos quieren vender), lo único que se conseguirá es que la gente deje de acceder a ellos, productos a veces imposibles de comprar por no encontrarse a la vente en determinados lugares, o productos que sus autores consienten difundir, por que estos sí se preocupan de la difusión de su producto, y de que este cale en la sociedad, por encima de intereses económicos.

Pero la verdadera crítica a todo esto es la referente al carácter lícito de una medida así, por lo menos en nuestra sociedad actual. Con ella no solo se frena la difusión de las nuevas tecnologías (básico para el avance, el progreso y la educación entre otros), sino que se reprime, se prohibe, dentro de una medida que carece de base legitimadora. La cuestión es por que no nos levantamos, por que nos acomodamos. Nos conformamos con decir que mala es esta propuesta, pero no mostramos nuestro descontento. Se nos bloquearán nuestros derechos, se pisotearán y se reirán de nosotros, pero seguiremos y lo único que haremos se´ra quejarnos en nuestros entornos personales. Levantémonos contra quello que atenta contra nuestros valores y derechos, hagámonos oir. Estamos en una democracia, donde teóricamente tenemos voz y voto y el derecho a pronunciarnos. Debemos dejar atrás la vieja idea de que esto no servirá de nada, pues si nuestros antepasados hubieran seguido esta lógica, ya no es solo que seguiríamos viviendo en una dictadura, es que seguiríamos considerándonos seres prehistóricos (es decir, sin un concepto claro de lo que es vivir en sociedad). Reflexionemos y actuemos, ya que no solo es nuestro derecho, si no nuestro deber. Pensemos no solo en nosotros, sino en el futuro de los que vendrán.